lunes, 14 de marzo de 2016

Soledad

Hay ocasiones en las que uno se pone a meditar sobre la vida, sobre el futuro. E inevitablemente nos sobrevuelan algunos fantasmas. ¿Estaré sola siempre? ¿Quién cuidará de mí cuando sea mayor? ¿Quién me visitará en la residencia? ¿Quién vendrá a mi funeral y llorará por mí? 
Habiéndome planteado ya que no quiero ser madre, todo ese peso recae en una posible e hipotética pareja. Porque los miembros de mi familia son todos más mayores que yo. Es de suponer que se irán antes que yo (aunque nunca se sabe...). Y ¿no es triste poner todas mis esperanzas de futuro en alguien que aun no conozco? Sí, pero es así. 
Somos seres vivos sociales. Necesitamos estar en compañía. Por mucho que algunos sobrados se empeñen en afirmar lo bien que está solos, nadie puede estar bien solo toda su vida. 
Tarde o temprano empiezas a notar que al llegar a casa te gustaría que hubiera alguien esperándote. Cuando te vayas a dormir a una cama grande y vacía, empezarás a sentir que te gustaría que media cama estuviera ya ocupada. Cuando vayas a la compra, empezarás a desear que haya alguien con quien pasear por los pasillos, llenando el carrito, alguien que te ayude con las bolsas. 
Y no es que no puedas sobrevivir si estás solo en casa. Ni que te pase algo por dormir solo. Ni que no puedas comprar y llevar las bolsas solo (para eso viene bien ir al super con un carro..). No es eso. Es que todo es mejor cuando compartes la vida con alguien. No cuando necesitas a alguien, si no cuando deseas estar con alguien. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario